"INSTRUCCIONES AL COCINERO DE UN MONASTERIO ZEN"
MAESTRO DOGEN (1200 - 1253)
Desde los tiempos antiguos, la casa del Buda está regida por seis administradores, todos ellos hijos del Buda, cuya misión es la de gestionar conjuntamente los asuntos del Buda. El cocinero encargado de la preparación de las comidas de los monjes, el tenzo, ocupa una de estas funciones.
La regla de los monasterios, el Zenonshingi , precisa que la función del tenzo ha sido instituida "porque los monasterios hacen ofrenda de alimento a un gran número de monjes". Esta responsabilidad siempre ha sido confiada a maestros iluminados que poseían el espíritu de la Vía, o a hombres eminentes que aspiraban ardientemente al espíritu del despertar.
¿Acaso la práctica de la Vía no forma un todo de un solo acuerdo?. Un tenzo sin el espíritu de la Vía sufriría en vano al intentar realizar esta abrumadora tarea y no sería de ninguna ayuda a la comunidad. El Zenonshingi hace hincapié en que "es porque actualiza el espíritu de la Vía en la variedad y renovación de los menús apropiados a las estaciones y necesidades que el tenzo aporta a la sangha el aliento y el bienestar necesario para la práctica".
"Remangándose es como el tenzo realiza el espíritu de la Vía".
Realmente, la función de tenzo concretiza la transmisión de los antiguos. Es a la vez el ojo y la oreja, la palabra y el sentido. ¿Cómo no habría de ser ella el centro de la diana, el corazón de la práctica?. Si sois dignos de vuestro nombre de tenzo, vuestro arte y vuestro espíritu son idénticos. En el Zenonshingi se dice: "aportad todos vuestros cuidados a la preparación de las dos comidas diarias, velando tanto por la cantidad como por la calidad. Ninguna de las Cuatro Ofrendas -alimento, ropa, lecho y medicina - debe faltar jamás".
Lo esencial en el arte de la cocina es tener una actitud de espíritu profundamente sincera y respetuosa hacia los productos y el tratarlos sin juzgarlos por su apariencia, ya sea basta o refinada. ¿No os acordáis de la anciana que obtuvo infinitos méritos por haber ofrecido al buda con un corazón puro el agua con la que había lavado su arroz?
Un plato preparado con ricos ingredientes no es necesariamente superior ni un cocido de humildes legumbres es necesariamente inferior. Cuando cojáis o preparéis vulgares plantas silvestres, hacedlo sinceramente, con todo vuestro corazón y tratadlas con tantos miramientos como trataríais a los productos más raros. El vasto océano tiene un único sabor a pesar de recibir el agua de innumerables ríos y el vasto océano de la naturaleza original no hace discriminaciones entre los sutiles sabores de un delicado plato y el gusto grosero de un cocido de hierbas silvestres. De igual manera, cuando hacéis crecer el germen de la Vía y alimentáis al embrión sagrado, comidas refinadas o vulgares tienen un solo sabor.
Hay un viejo adagio que dice:" La boca de un monje es como un horno". Recordad que una planta silvestre puede alimentar al sagrado embrión y hacer crecer el germen de la Vía. No la rechacéis con desprecio ni la tratéis a la ligera. Un instructor y guía de dioses y hombres debe saber sacar partido de una simple legumbre.
Para descargar el libro completo...
http://www.zazen.es/libros/tenzo%20kyokun.pdf
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