Luc Montagnier, es co-descubridor del virus del VIH. Sus afirmaciones, contrarias a la industria farmacéutica, defienden la higiene y la nutrición como medidas para luchar especialmente en África, donde millones de muertes son atribuidas a la epidemia del sida.
En lugar de fármacos y vacunas, es necesario subir el sistema inmunológico, sugiere el Premio Nobel en el documental House of Numbers. Cuánto dinero se invierte en la compra de vacunas y fármacos, no es un dato que podamos encontrar fácilmente en google. Pero un hecho, es que las vacunaciones y los tratamientos, aunque cada vez son menos agresivos, provocan numerosos efectos: problemas renales, gastrointestinales, neuropatías, lipodistrofias, anemia, etc, etc, etc.
Si imaginamos una población que no tiene infraestructuras sanitarias potentes, además de vivir en zonas empobrecidas altamente contaminadas, donde la alimentación es filtrada por los residuos que generan las ciudades y las industrias, en el mejor de los casos: cuando no pasan hambruna. La globalización y el sistema de mercado limita el desarrollo y esclaviza a su población. La malaria, campa a sus anchas y la muerte por diarrea y sarampión, lejos de parecer un chiste, es una triste realidad. ¿Qué pasa cuando en este contexto de miseria inyectamos a la población dicha vacuna?
Aunque la mayoría estamos lejos de tener conocimientos técnicos, como para entrar a debatir qué es el SIDA, el VIH y cómo afecta a la salud. Si podemos aplicar el más común de los sentidos. No es natural que la industria médica haya crecido tan brutalmente en las últimas décadas, y tampoco es natural que el SIDA haya dejado alrededor de 15 millones de huérfanos en África.
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