"El reconocimiento de lo sagrado empieza, simplemente, cuando nos interesamos por cada detalle de nuestra vida."
Chogyam Trungpa

jueves, 20 de enero de 2011

José Antonio Campoy, Discovery Salud

Discovery DSALUD, según su filosofía, no es revista de “enfermedades y fármacos”, sino que la investigación y el síntesis en pos de la plenitud y la serenidad es su lema. Esto quiere decir que no es revista solamente de salud física, también está comprometida con la evolución humana. Para ello, tratan con ojo crítico y abierto tanto la cultura occidental como la oriental, tomando lo mejor de cada una de ellas para utilizarlo en favor del lector.

Para hablar del tema de la salud, D. José Antonio Campoy, director de la revista, ha concedido un tiempo a responder algunas preguntas.

¿Qué ofrece Discovery DSALUD que no ofrezcan otras publicaciones?
Es imposible hablar de las demás publicaciones en general. Todas son distintas. Lo único que puedo asegurar es que la nuestra no se rige por criterios comerciales como la mayoría. Actuamos siempre rigiéndonos por la conciencia y procurando ser honestos.

¿Cuál es a su juicio la situación de la Sanidad en el mundo?
Descorazonadora. Y la razón es simple: el actual paradigma médico está muerto. Lo malo es que la mayoría de los médicos -y, por supuesto, de los pacientes- no se ha enterado.
  
¿Puede explicarse mejor?
El paradigma médico actual se basa en la existencia de unas llamadas enfermedades que los médicos combaten con fármacos. Y se trata de una falacia. Ni existen las enfermedades ni hay un sólo fármaco que cure una sola enfermedad. Lo inconcebible es que los médicos lo saben y a pesar de ello no se rebelan contra el sistema. Los naturistas y los homeópatas, sin embargo, lo saben bien y por eso repiten una y otra vez a quienes quieren escuchar que “existen los enfermos, no las enfermedades”.  Muchos médicos alópatas o convencionales también lo admiten ya pero luego, al ver a sus pacientes, les catalogan como personas que sufren tal o cual enfermedad.  ¿Por qué? Porque para cada enfermedad hay un protocolo de actuación, es decir, un tratamiento que sólo tiene que seguirse. El profesional no necesita así tener que pensar por sí mismo. Deja que otros piensen por él.  Es más cómodo. Además, si no funciona siempre se puede escudar -y excusar- con que ha hecho “lo que el conocimiento médico actual postula como lo más adecuado”. Y se queda tan ancho. Aunque el paciente se le muera. “He hecho lo que debía”, dice. Y fíjese que dice “lo que debía“. Como si fuese obligatorio que los médicos sigan protocolos. No, los siguen porque la inmensa mayoría no sabría qué hacer sin ellos. Los médicos hoy no tratan enfermos, afrontan enfermedades. Con fármacos exclusivamente paliativos salvo en el caso de las infecciones; y le diré que incluso en esos casos habría que matizar mucho. Por eso el fracaso es tan gigantesco. Los médicos no saben curar nada. Ni un simple resfriado. Ni una gripe. Nada.

¡Hombre, tampoco es eso! Hay fármacos que sí curan.
Mencióneme uno.
  
La aspirina.
Léase el prospecto y dígame qué cura. Es más, espere, veamos exactamente qué dice. Entremos en Internet: “Es un medicamento eficaz para reducir el dolor y la fiebre. Está indicado en el alivio sintomático de los dolores ocasionales leves o moderados, como dolores de cabeza, dentales, menstruales, musculares (contracturas) o de espalda (lumbalgia).” Ya está. Se acabó. En pocas palabras, ayuda a bajar la fiebre alta y alivia el dolor ocasional pero sólo si es leve o moderado. Y, sin embargo, el dolor y la fiebre son síntomas de que algo no va bien, avisos del cuerpo gritándole a la mente: “Tenemos un problema que hay que resolver”. Algo que la aspirina jamás va a hacer. Lo que hace la aspirina es sólo ocultar las señales de peligro. No cura nada. Y encima, ¿a costa de qué? El prospecto dedica cuatro líneas a las Indicaciones -es decir, a detallar para qué sirve- y decenas a avisar del peligro que implica tomarla. Son tantos los posibles efectos secundarios que me parece inconcebible que la gente la tome con tanta asiduidad.

¿Existe hoy en día, entre tantos elementos nocivos, alguien completamente saludable en el mundo?
Todo el planeta está hoy intoxicado. El aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que ingerimos. Luego todos estamos intoxicados. Eso sí, unos en mayor medida que otros.

¿Dónde se encuentra la información errónea acerca de la salud? ¿Y la correcta?
Mi consejo es que la gente averigüe quién dice qué y por qué. La fuente de la información es la clave. Porque hoy casi toda es publiinformación.

¿Está usted en contra de los médicos?
En modo alguno. Pero no soporto a los que se limitan a tratar enfermedades con fármacos siguiendo los protocolos. Es decir, lo que hoy se hace en la inmensa mayoría de los hospitales, especialmente en los públicos. Es de una ignorancia que da miedo. Les han lavado el cerebro. Afortunadamente cada vez hay más médicos que abandonan ese paradigma en el que les formaron en las lamentables facultades de Medicina actuales. Hoy son ya miles en el mundo. Hay pues esperanza. Aunque a muchos abandonar los antiguos esquemas mentales en que les formaron les cuesta mucho.
  
¿Y a qué se debe ese cambio en tantos?
A dos razones básicamente. La primera a que después de unos años de ejercicio siguiendo el paradigma sanitario actual se dan cuenta de que fracasan una y otra vez en los casos más graves. Son conscientes de que en las dolencias leves los enfermos sanan pero saben que ellos no han tenido que ver porque nada de lo que recetan cura. Que ha sido el propio organismo el que ha resuelto el problema. Y la segunda razón a que ante tanto fracaso algunos intentan buscar otras posibilidades para ayudar a sus enfermos y se topan con información que no conocían. Se dan cuenta de que la formación que recibieron en las facultades es parcial, incompleta, discutible y muchas veces, simplemente, falsa. Y que hay otras formas de entender la salud y la enfermedad mucho más atractivas, razonables y de resultados más eficaces. Que hoy practican médicos, no charlatanes. Con lo que terminan acudiendo a ellos para que les expliquen lo que hacen y cómo consiguen tan buenos resultados. Y claro, ese conocimiento lleva a otro y así sucesivamente.
  
¿Insinúa que las facultades de Medicina estás obsoletas?
No lo insinúo, lo afirmo. Sus planes de estudio carecen de sentido y la mayor parte de sus profesores están poco o mal formados.

 ¿Y a su juicio por qué no avanza la Medicina?
Para empezar porque está enormemente limitada ya que se basa sólo en la Física newtoniana: tal efecto obedece a tal causa. Y, por ende, tal síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento. Se ha quedado completamente desfasada. Ignora los conocimientos de la Física Cuántica. Ignora lo que es un holograma. Es incapaz de entender que vivimos en un universo holográfico que muta constantemente y que nuestro cerebro actúa precisamente como un decodificador holográfico como hace ya años planteó Karl Pribram, neurofisiólogo de la Universidad de Stanford (EEUU) mundialmente conocido con quien he compartido muchas horas las dos veces que le traje a España a dar sendas ponencias. Ignora hasta la existencia de disciplinas como la Psiconeuroinmunología. Los médicos ortodoxos siguen basando todo en conocimientos materialistas y planteamientos cartesianos y newtonianos completamente superados.  Les sacas de las reacciones químicas y se pierden.  Es lamentable. No han leído a Pribram pero tampoco a los pensadores, científicos y médicos más influyentes del siglo XX como Heisemberg, Schrödinger, Laing, Bateson, David Böhm, Ken Wilber, Allan Watts, David Lorimer, Stanislav Grof, Linus Pauling, Francisco Varela, Henderson, Ervin Laszlo, F. David Peat, Richard Berger, Stanley Krippner, Rupert Sheldrake, Larry Dossey, David Lorimer, Michael Talbot, Peter Russell, Daniel Goleman, Claudio Naranjo, B. Grifiths, James Lovelock, Fritjof Capra y un larguísimo etcétera que incluye a chamanes como Carlos Castaneda o periodistas como Marilyn Ferguson. Y cito sólo a éstos porque mi memoria ya no es lo que era. Todos ellos están traducidos al español y durante dos décadas me enseñaron a ver el universo y la vida de otra manera. Fritjof Capra, por ejemplo, autor de libros tan fantásticos como El Tao de la Física,  El Punto CrucialSabiduría Insólita o La red de la vida explicaba hace ya más de una década en un artículo titulado La Nueva Física y la Realidad Científica de nuestra época -que por cierto aparece en el libro titulado El Espíritu de la Ciencia que también recoge otros textos de algunos de los científicos que antes mencioné- por qué el ámbito de concepción y comprensión newtoniano de los médicos está totalmente superado. Solo que para entenderlo hay que aprender los conceptos, un nuevo lenguaje del que ellos probablemente jamás han oído siquiera hablar. La Medicina farmacológica es en realidad una disciplina que basa su justificación terapéutica de forma casi exclusiva en la Estadística. Se considera una medicina científica y hoy está a años luz de los conocimientos científicos de vanguardia.
  
¿Y qué razones llevan al sistema Sanitario a no avanzar tanto como debería? ¿Morales, económicas, políticas…?
Hoy día la salud es puro negocio. No hay altruismo. No se cuida a las personas porque importen sino porque eso da dinero. Y mientras eso sea así no se avanzará en la dirección correcta porque todo está corrompido.

Existe cierto escepticismo acerca de la salud espiritual. No es muy común ver personas dichosas que no se preocupen, que sean felices porque sí. Es más, si alguien camina sonriendo por la calle lo tacharán de loco. ¿Qué opinión le merece este asunto?
Tiene usted razón. Pero es que hoy hablar de espiritualidad no se lleva. No es “científico”. Sin embargo el espíritu –al que otros llaman alma y otras más Conciencia o Super-Yo es lo que de verdad cada uno de nosotros es. Somos espíritus que encarnamos. Una y otra vez. Y así será toda la eternidad porque la muerte no existe. ¿Creo pues en la posibilidad de la sanación espiritual? Por supuesto que sí. Quienes la niegan no son más que fanáticos materialistas que se las dan de racionalistas.

¿Existe algún remedio para el sistema de “insalubridad” sanitaria que existe? ¿Quién tiene en sus manos hacer real el cambio?
Cada uno de nosotros. Quien espere que la solución a sus problemas de salud venga de fuera, que se la ofrezca otro, se está equivocando. Ha llegado el momento de que cada persona tome las riendas de su salud y de su vida. Eso sí, para ello debe informarse y formarse. Y en esa labor sí puede contar con nosotros.

http://itsmyownworld.wordpress.com/2009/10/04/entrevista-a-jose-antonio-campoy-director-de-discovery-dsalud/
http://www.dsalud.com/


lunes, 10 de enero de 2011

Las cocinas de «The Golden Temple»


freedom of food and the golden temple from jason taylor on Vimeo.

En este templo cada día alrededor de 100.000 personas, donan, limpian, cooperan y comen... sin moneda a cambio. El video es breve, y la reflexión larga. No hay pobreza, sólo belleza. Difiere de la tan manida imagen difundida por los mass media, donde el lugar pobre, es un lugar sucio, feo y enfermo.

Es también, imagen de muchas realidades. Una de ellas, el contraste entre aquell@s que comen en abundancia, de quienes lo hacen con escasez. Sin embargo, entre ellas, es mejor, como imagen de compasión.

domingo, 2 de enero de 2011

Una dieta de desechos: residuos secos urbanos

Un concepto nuevo que nos ha introducido el documental que linkamos. Los residuos secos sólidos urbanos, es decir, compost; fertilizante procedente de los desechos: agua de las alcantarillas mezclada con residuos de la industria química, hospitales, aguas fecales, materia orgánica, derivados del petróleo, virus, bacterias... todos los restos que produce nuestra sociedad industrial. ¡Todo combinado!

Las plantas purificadoras que tratan las aguas residuales, extraen todos los ingredientes sólidos que filtran de los líquidos. El material sólido, los residuos tratados, son incinerados, almacenados o distribuidos en las tierras de cultivos. Y aquí empieza una parte del espectáculo.

Las plantas de tratamiento de aguas residuales no son las únicas que generan residuos secos... El documental analiza principalmente EEUU, Canadá, Francia y Suiza, pero si nos miramos el ombligo, en España también encontramos ejemplos.

Las preguntas vienen solas: ¿Con qué estamos abonando nuestra tierra?  ¿Cuáles son las consecuencias de la destrucción de tierra fértil? ¿Qué estamos comiendo y cómo enfermamos? ¿Cuánta basura generamos? ¿Cuánta basura mínima estamos obligados a generar? Y la impunidad de la industria y el sistema económico-legal y su impacto sobre la salud de la tierra y las personas, ¿cómo frenarlo y castigarlo?