"El reconocimiento de lo sagrado empieza, simplemente, cuando nos interesamos por cada detalle de nuestra vida."
Chogyam Trungpa

viernes, 14 de octubre de 2011

domingo, 9 de octubre de 2011

Dr. Martín Macedo


Durante miles de años los hombres de sal gobernaron el mundo. Con el advenimiento de la civilización moderna los hombres de sal comenzaron a disminuir hasta casi desaparecer en la actualidad. En su lugar surgió el hombre civilizado, altamente refinado y educado: el hombre de azúcar o sweet man. Los sweet men generaron un nuevo orden mundial. Crearon una magnífica civilización altamente refinada y analítica. Actualmente controlan el mundo.


Hasta hace unos quinientos años había muchos hombres de sal. Eran grandes hombres y mujeres. Tenían un profundo sentido del honor y tenían palabra. Cuando un hombre de sal hacía una promesa, prefería morir antes que faltar a su palabra. El hombre antiguo y el hombre moderno. El hombre de sal y el sweet man. Los tiempos han cambiado. Los sweet men tienen muchos problemas. El mundo es ahora mucho más complicado. El hombre de sal es, ahora, más necesario que nunca.


Sin embargo es la era dorada de los sweet men. Son muy refinados y educados pero, en general, adolecen de una cierta fragilidad física. Tienden al sobrepeso y son muy temerosos. En general se los ve cansados porque se esfuerzan mucho. No descansan bien ya que, con frecuencia, tienen pesadillas. Le temen al frío, al stress, a los gérmenes y al cáncer. Tanto es su temor a los microbios que, entre ellos, surgió un tipo particular llamado hombre farmacia. Como los sistemas inmunes de los sweet men son tan frágiles, los microorganismos están en su mejor época. Por otra parte la sangre azucarada crea condiciones óptimas para su proliferación. Por ello el hombre farmacia trabaja intensamente en una guerra eterna contra los microbios. El sweet man lucha angustiosamente contra otras amenazas. Por eso no es feliz. Cree firmemente que la vida es una guerra sin fin. Por ello no tiene paz. Lucha contra el cáncer, contra el sida, contra la pobreza, contra la inflación, contra la violencia, contra las drogas. Los sweet men no dan más. Están agotados de tanto trabajar por problemas que ellos mismos han creado.


Mientras tanto los hombres de sal esperan impasibles, en las lejanas montañas, el momento de entrar en acción. Saben que no deben imponerse sino esperar a que los sweet men acudan a ellos en busca de consejo. Ellos tienen las claves para la convivencia saludable de los seres humanos. Como llevan en su sangre la fuerza sagrada de los mares poseen la sabiduría de todas las eras. El mismo mar que golpea los acantilados hoy, lo hizo hace 100 millones de años. El mismo fluido ha permanecido inalterado. Y los hombres de sal llevan esa fuerza de los mares en su sangre, porque su sangre es un poco salada.


El sweet man le teme a la sal. Cree que si la toma morirá. Se conforma con unos cristales blancos de aspecto parecido a la sal, pero de un sabor extremadamente dulce. Y se ha vuelto adicto a tal punto que endulza su primer comida, apenas despierta cada mañana. Su insuficiencia nutricional lo obliga a buscar desesperadamente fuentes ricas en proteínas o bien toma suplementos vitamínicos artificiales. Esta forma artificial de nutrirse lo vuelve inestable emocionalmente.


Mientras tanto el agua oceánica sigue golpeando los acantilados, sin prisa, sin angustia, conciente de su grandeza y de su misión de preservar la vida en su más alta expresión. Algunas personas llaman macrobióticos a los hombres de sal. Este libro trata sobre la macrobiótica, una forma de vivir que busca rescatar las prácticas ancestrales de los hombres de sal. Tal vez algunos sweet men deseen convertirse en hombres de sal. Es bastante difícil pero es posible. Este libro le dirá como hacerlo